El Juicio Final ha Llegado: ¿Dónde están los Jueces?


La Historia sostiene en sus hombros el peso de la ilegalidad, sostiene sobre sus brazos el hijo bastardo de la injusticia, sostiene sobre su conciencia el peso de la mentira, de la hija del tiempo y de los usurpadores eternos de la gran soñadora.
Nuevamente la Historia dono de su sangre para quien no tiene venas, para quien no tiene alma, para quien trata de usurpar su lugar cada vez que cierra sus ojos y comienza a soñar. Sueña con su pureza, sueña con su instinto, sueña con ser algún día un espejo de cristal, sueña sin tiempo, sueña sin estructura, sueña que se cumplen las promesas, promesas que solo ella podía creer, creer porque es pura, porque es humana, creer porque ven en sus ojos, el color de la verdad.
Aquel sueño fue distinto, aquel sueño se enclavo en su memoria, memoria que recuerda, memoria que no olvida, memoria que le entrega la llave cada vez que la necesita, llave que abre la cárcel del olvido, llave que resucita el pensamiento muerto y perdido, llave que le entrega a la Historia el tesoro perdido, tesoro que era la vida, tesoro que fue perdido por ingenuidad, perdido por ignorancia, perdido por traición, perdido por intereses, perdido por muerte, perdido el tesoro de la Historia, perdido sea el tesoro de la libertad, libertad de aquí y ahora, libertad de ahora y siempre, libertad de soñar y pensar entre los rincones del tiempo, libertad de la Historia, libertad de los hombres, libertad de la muerte. Muerte que será vencida en el gran juicio, en el juicio que empezaba lentamente a susurrar.
Mientras sueña, en su rostro se tejen las omnipotentes secuelas de un buen sueño, omnipotentes entre el paisaje terrorífico de la mentira, paisaje que tejen sus usurpadores, paisaje que despertara a la Historia de su gran sueño, despertaran a la Historia de la paz inconciente de su conciente, conciente de su inconciencia, conciente de su existencia, conciente del juicio final.
Quién más que el tiempo para despertarla, quien más que el tiempo para abrir sus ojos, quien más que el tiempo para bajarla de su inconciente, conciente de su inconciencia, tiempo que lleva en sus manos la profecía de la gran hazaña, la hazaña que bautizáramos mentira, hazaña que despertó a la historia del sueño eterno de la libertad, hazaña hija del tiempo, hazaña hija de los usurpadores, hazaña que encontró el tesoro perdido, hazaña que encerró los recuerdos en la cárcel del olvido, hazaña hija del tiempo, hazaña hija de la gran mafia, la mafia llamada matrix. El tiempo conciente de su hazaña osa con despertar a la Historia, despertarla entre gritos, despertarla entre caos, despertarla con el beso eterno de la razón, con el amor apuñalante del poder, amor de ambición, amor por la exclusión, amor apuñalante, amor asesino, asesino del recuerdo, asesino de la conciencia histórica, asesino de la vida, asesino de la muerte, asesino de lo que contenga vida, sus ansias de poder pueden más, asesinar es su costumbre, asesinar es su presente, asesino por monedas de hombres, monedas de plata y monedas de almas, monedas que olvidan, monedas que matan, monedas que ponen precio a todo lo que en la Historia se guarda.
El tiempo ataca desde su clandestinidad, ataca desde su cientificación, ataca desde su instinto asesino, instinto que planea la forma magistral de asesinarla, de hacerla desaparecer, desaparecer dentro de su tiempo, desaparecer de la vida, desaparecer de nuestra conciencia y existencia, sólo habría sido una utopía, qué palabra más completa que esa, utopía de lo imposible sobre lo posible, utopía de inexistencia sobre la existencia. Así lentamente emprende su plan, el crimen perfecto, mientras su victima duerme, mientras el inconciente viaja, mientras la Historia confía en sus discípulos, mientras confía en sus jueces, jueces que harían las leyes, jueces que las aplicarían, jueces que harían las leyes como hombres y para los hombres.
El beso de la muerte ha tocado sus labios, el beso de la traición ha golpeado su alma, su corazón late fuertemente frente al violento despertar del tiempo, el paisaje de la mentira la pasma, la aterroriza, por primera vez siente miedo, por primera vez teme por su vida, más porque la creyeron mortal, más porque la creyeron finita, finita entre Dios, finita entre el tiempo, finita sea entonces la historia, finita con derecho a muerte y a funeral, funeral asistido por sus discípulos, los que no supieron aplicar sus enseñanzas, los que renegaron de su maestro, cuál Pedro reniega a Cristo antes que cante el gallo, cuál teólogo reniega de Dios y su ciencia del destino. Tal beso apuñalante, traspasa su cuerpo y comienza sangrar. Sangra su sangre tibia, la que se enfría en su caída, sangre que corre y se desparrama, se desparrama entre sus manos y en sus ansias de verdad, tal beso apuñalante no hace más que desangrar su esencia, esencia que no podía ser más que su conciencia política, conciencia que fue particularizada, separada de su esencia, separada de su totalidad, política que perdería su sentido, política que se separa de su madre y entra en la jaula del olvido.
El tiempo y los usurpadores de la historia la ven morir y ríen sobre su lecho, nos hacen creer que ha muerto, algunos dicen que resucitara entre los muertos, y otros más la creen muerta entre los muertos, la creen olvidada, la creyeron mortal, la creyeron finita y perpetua, la creyeron mecánica, la creyeron oxidada y fosilizada, qué fácil es para ellos darla por muerta, resulta más fácil saber que su cuerpo esta inerte y su mente seca, resulta más fácil hablar de la muerte que de la vida, resulta más fácil creer en los posibles que en los imposibles, qué fácil es para ellos cortar un ramo de flores y colocarlas sobre su lecho, que mirarla a los ojos y reconocer que le mintieron, mentira que la despertó de su sueño eterno, pero les resulta aún más fácil sentirse huérfanos de madre que darle explicaciones a esta cuando el juicio final llegue a sus puertas, puertas que se bloquearon frente a su arrivismo ascendente, frente al capital que de satisfacciones plásticas y banales convencieron al discípulo de renegar a su maestra, maestra la historia, maestra su sangre, maestra que guía los pasos de sus educandos, educandos que renegaron de ella cual Judas cambia por unas monedas el cuerpo de Cristo, monedas mortales, monedas asesinas, asesinas de mente y espíritu.
La creyeron muerta e inerte, indefensa y desarmada, pero más estaba viva, más viva que nunca, más viva que siempre, viva entre los vivos y resucitadora de muertos, más viva que antes, más viva que mañana, viva como la vida, porque la Historia es la vida, la vida de ayer y ahora, más la de mañana, esa vida es la Historia, la que se levanta como el ave fénix, pero no bajo las cenizas de su cuerpo, sino bajo las toxicas cenizas de la mentira, mentira hija del tiempo y los usurpadores de la eterna soñadora. Se levanto sobre el veneno líquido del poder, veneno que no toco su sangre, que no traspaso su esencia, veneno que se quemo junto los usurpadores, usurpadores de la vida, usurpadores de la Historia.
Fue así como la Historia comenzó a soñar despierta, despierta y atenta, atenta al juego, juego que llamaremos juicio, juicio final, comprendió que en el juego ella no podía perder, comprendió que las reglas del juego las debe hacer ella, las debe hacer la vida, bajo buenos jueces, jueces de antaño, jueces del pasado, jueces que escriben las leyes y luego las aplican, jueces que con una formación humanista logran escribir la teoría, y serán los mismos los que las apliquen, apliquen bajo un proyecto social de carácter igualitario e inmortal, en pleno rechazo a la explotación y exclusión, en pleno rechazo al veneno profundo del capital por el capital que solo ha traído muerte, muerte que no cae en su inmortalidad, proyecto de los hombres para los hombres, proyecto de la vida para la vida.